Soy usuaria de silla de ruedas motorizada y nunca he tenido problemas para viajar en avión. El pasado 3 de diciembre, con motivo del día internacional de las personas con discapacidad, me disponía a viajar de Barcelona a Lisboa donde me habían invitado como ponente a una conferencia sobre vida independiente. No pude realizar ese viaje porque la compañía aérea TAP Portugal me denegó el acceso alegando que las baterías de mi silla eran material peligroso porque excedían los watios permitidos para la seguridad del transporte aéreo y por ese motivo mi silla debía viajar como carga en un avión de mercancías. El motivo para prohibirme volar estaba completamente injustificado porque mis baterías cuentan con la autorización correspondiente de la Asociación Internacional de Transporte en Aerolíneas (IATA).