Carta enviada por Mª Luz López Díaz al director de La Voz de Galicia
Quisiera hacer llegar mi queja y malestar por la desacertada terminología lingüística empleada en el reportaje aparecido en su periódico el 28 de febrero, titulada La élite invisible de los colegios gallegos.
En un medio de comunicación, las formas sí importan, porque encierran unos valores determinados y en éste caso, transmiten etiquetas de incompetencias falsamente demostradas.
Como madre de niño con diversidad funcional, como maestra especialista en Pedagogía Terapéutica, y como ciudadana consciente de la sociedad a la que quiero contribuir, quisiera hacer algunas aclaraciones:
Mi hijo no “es
” un paralítico cerebral: es un n-i-ñ-o, entre cuyas características, una más, está la de “tener”
parálisis cerebral.
Además, le garantizo que mi hijo no “sufre”
parálisis cerebral. Alberga una de las almas más ricas de cuantas he conocido: es brillante, feliz, solidario, inteligente, apasionado, luchador, honesto… Creo que se ha ganado su derecho a que se le respete y valore en función de sus características, y el hecho de que no sea modelo estándar, no le resta ni un ápice de su valía. Porque… si el reportaje habla de alumnos distintos, ¿quiere esto decir que los otros son iguales?
El hándicap para mi hijo no proviene del hecho de desplazarse en silla de ruedas, sino de las barreras mentales y/o actitudinales que le estereotipan y le limitan como ser humano.
Quisiera también aclarar que sí tenemos un marco legislativo coherente, de rango supranacional: el articulo 24, referente a Educación, de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (ONU, 2006) Los Estados Partes reconocen el derecho de las personas con discapacidad a la educación. Con miras a hacer efectivo este derecho sin discriminación y sobre la base de la igualdad de oportunidades, los Estados Partes asegurarán un sistema de educación inclusivo a todos los niveles así como la enseñanza a lo largo de la vida».
Los desacuerdos con la administración educativa surgen, muchas veces, porque ésta contraviene el espíritu de la ONU y los derechos adquiridos y ratificados por nuestro país.
Habla de armonización imposible. Pues bien, yo quisiera compartir que la diversidad no sólo es un valor, sino que es armonía pura. En una sociedad justa con todos sus miembros, las mentalidades paternalistas y los barnices moralistas estarían fuera de lugar.
Mª Luz López Díaz
Portomarin (Lugo)
Miembro del Foro de Vida Independiente