En su último libro Juan José Maraña habla de mujeres y hombres porque para la libertad necesitamos modelos a imitar, vecinos, que no héroes cotidianos, que nos den reflejo y resuello en la carrera diaria, tan obstaculizada, con los que saber así que nuestras vidas encierran valor para otros, y sobre todo, para nosotros.
Autor: Juan José Maraña
Editado por: Diversitas Ediciones – AIES
Diseño cubierta: Martí Ballada – Isabel Rojas
Prólogo: Vicente Valero Sanchís
¿Porqué este libro?
Desde que me sentí vinculado al Movimiento de Vida Independiente, allá mediados los años 90, he ido entendiendo y sintiendo éste como un motor de cambio revolucionario, una sencilla y radical vuelta de hoja con la que pasar mucho…, de todo, para todos, para nosotras y nosotros, las personas con diversidad funcional.
Entiendo que el Movimiento de Vida Independiente significa, cada vez más, un hito en la paulatina quiebra del sistema de opresión que se nos aplica inmemorialmente, al dictado de los más desafiantes y oscuros discursos del sistema, erguidos siempre sobre los pilares del miedo, la violencia, la brutalidad machista y el mundo entendido como un mercado… Algo se desmorona e inicia su deslizamiento hacia su fin tras haber generado más contradicciones de las que podía devorar tratando de borrar su propio rastro.
El Movimiento de Vida Independiente ha venido a ser la férula que sostiene la dignidad de las vidas lastimadas y rotas de muchos. Emulando el título del documental del director de cine argentino Fernando “Pino” Solanas, el Movimiento de Vida Independiente ha venido a restituir la dignidad de los nadies (1), un valor recuperado entre los cúmulos de desperdicios y los rescoldos de hogueras que calienta a otros desde que trazaron el dibujo del mundo a través de la invisibilidad de nuestras vidas y nuestros cuerpos. Y cuando alguna vez nos vieron, en medio de su copiosa obra de garabatos para su particular bosquejo del mundo, guiñando el ojo al medirnos sobre el patrón y la vara de medir de su lápiz que todo lo traza, sólo fuimos la manzana sin lustre, en semisombra junto al espléndido jarrón, el motivo anodino del bodegón que sólo se ubica para destacar a otros, conduciendo sutilmente la mirada.
Cuantos sabemos del regusto del pan ácido de la discriminación y la opresión, del sabor de ese bocado que tanto cuesta tragar y aún más digerir, en infinidad de ocasiones hemos tratado de averiguar el “porqué”, creídos de que a base de adquirir conocimiento sobre la iniquidad, escudriñando los pormenores del porqué éramos dibujados como manzanas deslucidas y figurantes, acabaríamos por saber como había llegado a nuestras manos un pan tan lamentable e incomestible. Por eso este libro también trata de ser pan, pero sólo una miga abandonada premeditadamente para seguir un rastro bien distinto: el del camino vital que muchos han trazado por la simple tozudez de hacer ruta hacia su independencia. No queríamos hacer un libro donde dar cabida a profusas gráficas o listados de datos tabulados por profesionales, técnicos, cantantes o dibujantes de nuestras vidas como manzanas sin jugo ni color, que solo reparan en nuestras luces y sombras si ensalzan el jarrón de su vanidad.
En este libro hacíamos un gesto con el que reorientar la mirada hacia el valor de nuestras vidas, de cuánto se han nutrido y curtido al oreo de los días empleados en querer vivir en libertad. Y el fin último de esta publicación era simplemente ese: seguir los señuelos de muchos Pulgarcitos que trazan caminos de pan para que se repare en nuestro sendero, en su sendero, esperando que la avidez de tanto pájaro como revolotea alrededor nuestro no las devore.
En este libro hacíamos un gesto con el que reorientar la mirada hacia el valor de nuestras vidas, de cuánto se han nutrido y curtido al oreo de los días empleados en querer vivir en libertad. Y el fin último de esta publicación era simplemente ese: seguir los señuelos de muchos Pulgarcitos que trazan caminos de pan para que se repare en nuestro sendero, en su sendero, esperando que la avidez de tanto pájaro como revolotea alrededor nuestro no las devore.
Juan José Maraña, Santa Cruz de Ribadulla, octubre de 2007.